Resumen:
En el Perú, la incidencia de ictericia neonatal es de 39 por cada 1000 nacidos vivos, concentrándose el 48% de los casos en Lima y Callao y siendo los recién nacidos pre término los más afectados. Es de suma importancia su detección temprana para evitar el daño neurológico permanente. Esto no solo afecta la calidad de vida del afectado y su familia, si no que dependiendo del grado de discapacidad, llega a ser una carga socieconómica para el Estado, ya que aumenta considerablemente las tasas de morbilidad, mortalidad y trastornos del neurodesarrollo en comparación con los países de altos ingresos. Entre el 50 a 60 % de los neonatos desarrollan ictericia y en la mayor parte de estos, se halla hiperbilirrubinemia luego de las 48 horas de vida. Si bien la ictericia neonatal es benigna en la mayoría de casos, los recién nacidos deben ser monitorizados minuciosamente para identificar quiénes tienen riesgo de que la ictericia se vuelva severa, pudiendo causar un daño neurológico irreversible. La ictericia es la manifestación clínica de la elevación sérica de bilirrubina. Esta es fisiológica cuando aparece pasando las 48 horas de vida o durante los primeros siete días y remite de manera espontánea. En ese sentido, son pocos los neonatos que presentan una expresión patológica (aproximadamente 5%). La ictericia patológica ocurre cuando la elevación de bilirrubina sérica sobrepasa el límite de la ictericia fisiológica, indicando un potencial daño para el recién nacido. Para determinar este riesgo, se deben analizar los antecedentes familiares y los factores de riesgo madre-niño; tales como, la incompatibilidad de grupo sanguíneo o de factor RH, la prematuridad, los antecedentes de hiperbilirrubinemia en otros hijos, la presencia de traumatismos por un parto eutócico o instrumentado y el retraso en la eliminación de meconio.